"El sentimiento de la gente es lo que más te llena cuando vas a Chad"

Almudena Bea Martínez, de 28 años, se marchó de cooperante a Chad para colaborar con la Fundación Ilumináfrica en su último año de carrera.

Almudena Bea Martínez, de 28 años, en la consulta del hospital de Bébédjia, en Chad.
Almudena Bea Martínez, de 28 años, en la consulta del hospital de Bébédjia, en Chad.

La estudiante aragonesa Almudena Bea Martínez, de 28 años, partió rumbo al Chad en su último año de carrera en la Universidad de Zaragoza. Estaba preparando su Trabajo de Fin de Grado para graduarse en Óptica y Optometría, y llevaba todo el año colaborando en el reciclaje de gafas usadas que se recogen en diferentes ópticas de Zaragoza para enviar de forma altruista a este país africano. "Cuando me ofrecieron la oportunidad de ir al Chad, me hizo mucha ilusión. Desde 2014, los alumnos de la Facultad de Ciencias que colaboramos con la Fundación nos encargamos de recoger las gafas usadas, reciclarlas y clasificar las que sirven y las que no; se mira la graduación y se empaquetan según la patología. Sacaron esta plaza de voluntario y no lo dudé. Era terminar esa labor que habíamos empezado aquí", recuerda Martínez.


En febrero de 2015, ella y el resto de compañeros de expedición llegaron al hospital de Bébédjia cargados de útiles y muchas ganas de ayudar. La mayor parte del tiempo la pasaban en este centro sanitario, al sur de la República de Chad y completamente "aislados de la vida real". A última hora, cuando la lista de espera y las urgencias les permitían colgar las batas y cerrar la consulta, aprovechaban para salir y conocer un país "totalmente diferente" al resto. 


"El domingo solíamos ir al mercado y recorrer el pueblo. La primera semana es muy intensa, y trabajamos prácticamente hasta que se hace de noche; pero conforme va quedando menos gente, te da tiempo a salir y ver paisajes que no has visto en tu vida: árboles gigantes, atardeceres impresionantes… Hoy en día seguimos teniendo contacto con algunos sanitarios de allí, y cada vez que consiguen escribirte, te hace una ilusión tremenda", confiesa esta cooperante.


Largas jornadas para suplir el déficit de sanitarios

Los ritmos en el hospital de Bébédjia son muy diferentes a los de cualquier hospital español. Son 15 días cargados de trabajo para intentar atender a una población que sufre un déficit de médicos importante. Según recoge esta optometrista en su tesis 'Cooperación en Salud Visual en Chad', África sufre el 25% de la carga global de enfermedades y a pesar de ello solo posee 0,8 profesionales sanitarios por cada 1.000 habitantes. "Dentro de África Central, Chad es uno de los países que presentan una mayor precariedad en los diferentes ámbitos de la atención sanitaria con 0,04 médicos y 0,27 enfermeros por cada 1.000 personas", relata esta profesional. 


Las cataratas, el tracoma (una infección ocular causada por la bacteria 'Chlamydia trachomatis'), la oncocercosis (causada por el parásito Onchocerca volvulus y transmitida por la mosca negra) y la xeroftalmia (causa de la ceguera infantil por falta de vitamina A) provocan un alto porcentaje de discapacidad visual entre la población chadiana, a pesar de ser todas ellas "patologías visuales evitables". 


"Cuando llegas allí, ya hay muchísima gente durmiendo en el hospital esperando la consulta. Son las 7.00 de la mañana y tienes 200 personas esperando. No te imaginas que la difusión que se hace por radio y el boca a boca movilice a tantas personas, pero lo cierto es que esa quincena de expedición son días señalados en el calendario; es una experiencia para ellos que vayamos", cuenta esta sanitaria que tiene siempre en mente volver, aunque no sea fácil -reconoce- compaginar las vacaciones en el trabajo con la posibilidad de ir allí. 


"Una experiencia que no olvidas"

De su voluntariado en el Hospital de Bébédjia, Almudena guarda un grato recuerdo gracias a la sonrisa esperanzadora de todos a quienes han atendido allí y a la hospitalidad de los que los acogen de expedición en expedición con los brazos abiertos. "Ir de cooperante al Chad es una experiencia que no olvidas. Ellos no pierden nunca la sonrisa, les hayas dicho un pronóstico bueno o malo, te lo agradecen de mil maneras, te traen regalos, te vienen a ver otros días. El trato con la gente es lo que más te llena; que entren con una preocupación y se vayan muy contentos", dice ilusionada.


A la consulta acuden también niños de diferentes poblados, que suelen tener cierta prioridad tras realizar un ‘screening’ en las escuelas para detectar los casos más graves. "Es muy divertido cuando en mi caso, por ejemplo, les pongo las gafas y se van tan contentos. Cualquier detalle que tienes con ellos es una anécdota. Ahora, en momentos en los que a lo mejor aquí te preocupas por cualquier cosa, se me va el pensamiento al Chad y digo: 'cómo me puedo estar dando mal por semejantes tontadas, si allí no tienen nada y te regalan cada día una sonrisa", sentencia esta voluntaria, orgullosa de haber vivido esta experiencia en el corazón del continente africano. 


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